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miércoles, 29 de julio de 2015

Hijos de la ABUNDANCIA

CARTA A LOS HIJOS DE LA ABUNDANCIA, esa parte de la sociedad que no tuvo pero que ahora tiene problemas...Eran/ son víctimas, a veces inconscientes, de aquello que vino en llamarse "vivir por encima de nuestras posibilidades
".

Queridos amigos:
Erais de la generación de la ecografía obstétrica. ¡Qué ilusión la de vuestros padres cuando vieron una composición de escala de grises en una pantalla mas bien pequeña que les decían que eras tú! A veces hasta teníais forma de carita humana, muy difuminada; hasta se veía moverse algo rítmicamente que era ¡el corazón!. Todo era mágico y maravilloso: ¡¡ver a través de la piel lo que había dentro del vientre de la madre!! 

No había dudas. Naceríais en un hospital,  a diferencia de la generación que os precedía que nacimos en las casas en partos asistidos por matronas de pueblo o de barrio y pocas veces por magníficos médicos generales-obstetras. El hospital era más seguro y con alguien tan importante como vosotros no había lugar a jugárselas.  Y, por supuesto, la confianza era absoluta en el ginecólogo elegido, médico privado con imagen de "campechano y buen profesional" . Hasta, con un poco de suerte, éste asistiría a vuestro parto en el segurísimo hospital, grande, dotado y moderno, lejos del anticuado parto domiciliario. Vuestro nacimiento fue celebrado con la máxima de las alegrías por toda vuestra familia. Erais el centro del universo. Todo el amor que se os diese era poco. Entre pañales y ropita de bebé abundante y acumulada por vuestra madre a lo largo del embarazo, o recibida en regalos numerosos de familia, amigos y conocidos, crecisteis con el máximo de los mimos. La lactancia fue la que necesitasteis, sin problemas porque fuese artificial si con la natural no os quedabais satisfechos. Tuvisteis pediatra de cabecera en la sanidad pública y, si hacía falta, uno privado...o sin que hiciese falta también. Era necesario para vuestros padres asegurarse de que crecíais sanos...

En vuestra infancia no os faltó de nada. De ninguna necesidad primaria  carecisteis, por supuesto. Y de las otras, ni mucho menos escasearon. Me refiero a esas necesidades menos primarias, las que no fuesen saciar el hambre o calmar la sed, o la vivienda o la sanidad, cosas que en generaciones.  anteriores tanto faltó...de esas ni se habla. No había dudas: ya conseguidas por esas generaciones, no se ponían en duda...en la pacífica, despreocupada y regulada sociedad donde os criabais esas cosas ni se pensaban...estaban conseguidas. Vuestros cumpleaños u onomásticas eran fiestas privadas sonadas. Vuestros padres os brindaban homenajes continuos con invitaciones de familia y amiguitos en celebraciones de "chiquiparks" de centros comerciales o parques de bolas. Erais el rey o la reina esos días, con corona y todo. Os inundaban de regalos que a veces se repetían y que eran efímeros como los días y la ilusión que os hacían. Cajas de Barbies y balones, juegos de mesa que ni abríais para jugar, pues ¿cuándo y dónde?. Los embalajes ensuciaban vuestra casa y luego los contenedores de basura.

Vuestros "reyes" fueron descomunales. Los Reyes Magos os trajeron juguetes y regalos no solo en vuestra casa. También lo hacían en casa de abuelos, tíos, padrinos...Inundaban el salón de  vuestro hogar y luego el corral o el trastero. La mayoría nuevamente acababa en el contenedor de basura u olvidados por cualquier sitio.

Crecisteis yendo a "ferias y rocíos" de vuestros padres desenfadados, despreocupados y alegres. Eran fiestas sanas donde el alcohol, el cante, el baile y las risas presidían el difrute de vuestros  mayores. Unas veces participabais y otras os quedabais con los abuelos, porque, en cierto modo "estorbabais" el disfrute de los mayores; erais demasiado importantes para no echaros cuenta mientras se cantaba y bailaba. Además, los niños estabais mejor cuidados en casa...nadie os quería como una carga más mientras corría la juerga.  

Os pusisteis empapados en los días  de feria participando en guerras de pistolas de agua que refrescaban los mediodías de finales de junio. Ya no teníais que ir al colegio. Y os esperaba la playa. Un largo verano de arena y mar, de helados abundantes, de piscina en urbanizaciones fruto de arquitecturas desquiciadas, anárquicas y selváticas. Os cuidaban vuestros abuelos o vuestras madres, en general,  mientras vuestros padres, en general vuestros padres, aunque también vuestras madres, trabajaban de lunes a viernes.

Erais continuamente alagados ¡qué guapo/a eras!.. Conocíais a gente de la capital... Más adelante participasteis en botellones que ensuciaban las vías públicas  que llegaban al amanecer sin represiones, os recogían vuestros padres a las "tantonas" esperando y sacrificándose para que os divirtieseis..."porque su niño/a no iba ser menos que nadie", ¡cómo estaba la juventud! 

Ya de joven-mayor todo lo celebrasteis: cumpleaños, onomásticas, despedidas de soltero... Cualquier pretexto era bueno para montar una fiesta... Algunos ganabais dinero con vuestro trabajo muchas veces en la empresa de vuestro padre o en algún taller o de peón albañil. Y si no, vuestros padres estaban ahí para daros lo que necesitaseis. Algunos, mas bien pocos, estudiasteis carrera universitaria y con gran dificultad encontrasteis trabajo. Pero casi nunca relacionado con lo que estudiasteis. Casi siempre conseguisteis esos trabajos "ayudados" por conocidos de vuestros padres. Había mucho trabajo entonces

Fueron vuestros primeros "30" años de vino y rosas, de farándula contínua y despreocupada en una sociedad metida en una burbuja de abundancia, de muchos derechos y de pocas obligaciones. La abundancia de dinero, la mayoría prestado, cegó las mentes como ciega el sol directo a los ojos. Trajo el olvido de que lo prestado hay que devolverlo y que nadie da "duros a real". Pensar que en el sistema capitalista es posible el maná caído del cielo, que las cosas se pueden conseguir sin trabajar, es una forma de locura. Ese trastorno se instaló en la sociedad en la que crecisteis y de ese trastorno fuisteis víctimas propiciatorias. 

Pero la vida sigue y sois personas fuertes y sanas. La mayoría sois buenas personas y deseáis lo que todo el mundo, que aunque suene a machista,  se entiende bien y está en el imaginario colectivo de este país: "...gente que solo desea su pan, su hembra y la fiesta en paz..."

No os desaniméis, el futuro es vuestro y tenéis que ir a por el. Sois mis amigos, mis hijos, mis sobrinas y sobrinos, ni familia, sois mi gente, pero sobre todo sois mi esperanza... Os quiero.

Un abrazo