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sábado, 21 de mayo de 2016

¿SIN ESPERANZA? ¿CON FE?

  Alma: ¿moribunda o somnolienta?
 ¿Lúgubre?, ¿finita?, ¿huidiza?, ¿fugaz?
 O... ¿Perpétua?, ¿eterna?, ¿audaz?,
 ¿que a la vida plana alienta?

 Caida a ciegas por ir con tienta,
 ladrona de vida, triste y falaz...
 Anochecer de alma sin solaz,
 abúlica... Que al ser adormienta.

 Duda de mortal... ¿Real? ¿imaginaria?...
 ¿Quizá soberbia de la inconsciencia?
 ¿O búsqueda inútil de Barataria?

 Fragilidad de efímera consciencia
 Aspirante a ser Dios siendo paria
 O pura química según la ciencia

lunes, 2 de mayo de 2016

RESILIENCIA O LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO PARA SER UNO MISMO


Preguntas:

Sin que concurra ningún factor externo como la incapacidad física, el advenimiento de la enfermedad o la catástrofe natural ¿Qué diferencia a los que acaban sus proyectos y los que no lo consiguen? ¿Porqué unos acaban sus carreras, sacan las oposiciones, acometen con éxito sus emprendimientos y otros no? ¿Porqué unos se adaptan a las circunstancias adversas y buscan como superarlas y otros abandonan sus proyectos y no consigan sus objetivos?



Construyendo

Varios arquitectos comienzan a construir varios edificios a la vez, pero cada uno es responsable del suyo,  de aquel que han planificado e iniciado su construcción. Todas las estructuras deben tener alturas parecidas y la anchura similar.

Comienza las construcciones más o menos a la vez. Pero pasa el tiempo y el ritmo de crecimiento de las edificaciones no es el mismo en todos los casos. Unos inmuebles están más avanzados que otros. Este hecho hasta ahora ha dependido de factores dependientes fundamentalmente del tiempo dedicado cada día por la cuadrilla de albañiles. Pero también ha influido la técnica de construcción aplicada, los materiales utilizados, el ritmo de suministros de los mismos, la pericia de los operarios, etcétera. De esta manera, hay construcciones que van ya por la mitad y otros por la tercera parte del objetivo de altura.

Pero ¿influye la dirección del arquitecto? Con este panorama unos arquitectos están más animados que otros.

Algunos de los que van en cabeza se sienten orgullosos de sí mismos y de sus cuadrillas de trabajadores. Ven que sus técnicas de construcción aplicadas van por buen camino. Se ilusionan y se refuerzan a sí mismos para conseguir el objetivo.  Y finalmente lo consiguen.

Pero algunos de estos arquitectos líderes, los menos, se relajan y como llevan ventaja, dejan de estimular a los albañiles para seguir con el mismo ritmo de construcción; les dan vacaciones no pedidas, por ejemplo.  Dejan de estar pendientes de exigir a los proveedores de material el buen ritmo de los suministros. De esta manera, ralentizan la velocidad de construcción y con el tiempo empiezan a ver cómo son superados por otros edificios mas atrasados pero que se elevan a su propio ritmo. Ante este hecho, se desaniman y abandonan el edificio a medio construir. Dejan en paro a sus operarios. Nunca llegan al objetivo final.

Entre los que van rezagados unos piensan que simplemente tienen otro ritmo de construcción pero están seguros de que conseguirán completar el edificio. Miran a los que van por delante e intentan aprender de ellos qué mejoras pueden incorporar para acelerar su velocidad de construcción. Y lo hacen. Poco a poco acortan distancias con los adelantados y consiguen llegar a su objetivo de altura. No desfallecen ni se arredran ante las dificultades.

Pero entre los retrasados hay algunos que se desaniman y se apocan. Quedan paralizados por pensamientos negativos de miedo a su propia incapacidad y valía. Se acomplejan ante los mejores y deciden que nunca llegarán a su nivel. Para ellos las dificultades no son retos. Muy al contrario los obstáculos o trabas son muros infranqueables que los hacen abandonar la empresa acometida. La parálisis les lleva a la inacción y el lamento. La consecuencia es que el objetivo de altura de sus edificios nunca la consiguen. Se inventan mil escusas y solicitan la comprensión y ayuda a los de arriba porque ellos solos son impotentes para dar fin a su misión.

Los que consiguen finalizar el edificio serán contratados para acometer el diseño y construcción de otras edificaciones. Los que abandonan sus edificios a medio construir serán marginados para la dirección de nuevas construcciones… y su futuro estará a expensas del trabajo que les den los que hayan conseguido llegar al final entregando a la sociedad sus obras.

En la vida no importa de donde partamos, cual es nuestro origen ni cual es nuestra condición. Es nuestra actitud y capacidad de adaptación a las circunstancias propias y ajenas los que determinarán nuestro éxito vital. Ese éxito no será otro que construir nuestro propio destino, perseguir nuestras metas con el objetivo de terminar nuestro edificio.

Resiliencia:

La respuesta a las preguntas iniciales de este ensayo que explica el distinto éxito de nuestros "arquitectos" está en una palabra: la RESILIENCIA. Se entiende por tal al proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Y la buena noticia es que la investigación psicosocial ha demostrado que TODAS las personas pueden aprender y llegar a ser resiliente, aún experimentando miedos, angustias y tristezas como ser humano que se es.

¿Qué factores influyen en ese aprendizaje? Hay uno y fundamental: la autoestima, el amor propio y la confianza en sí mismo que emanan del amor recibido y la confianza que los demás, especialmente la familia, haya demostrado al individuo. Así adquirirá la seguridad necesaria en sí mismo para controlarse  emocionalmente en momentos de desánimos para acometer retos y encajar errores y fracasos.

Para desarrollar la propia resiliencia se ha de estabecer relaciones personales con aquellos que nos pudiesen enseñar aceptando su ayuda, aprovechándonos de su sabiduría y experiencia. También se ha de tener capacidad de adaptación a circunstancias adversas; en este sentido cada obstáculo ha de verse como un reto estimulante a superar, aceptarlo como lo normal en una vida que es azarosa. Los cambios en la vida son la normalidad, el devenir es cambiante y fluye a veces sin que podamos controlarlos. Se debe desarrollar la capacidad de distinguir entre qué cambios no dependen de nosotros y no podemos influenciar de aquellas circunstancias sobre las que nuestra actuación pueden hacerlas cambiar en nuestro beneficio.  Así enfocaremos nuestras tareas hacia las metas que nos propongamos y dejaremos de enfocarnos en la queja o en acciones inútiles.

Es importante desarrollar la autoconfianza. Esta debe basarse de nuevo en la autoestima que nos aleje del complejo de inferioridad con respecto a los demás. Esto no es egoísmo o pedantería porque siempre ha de aceptarse a uno mismo en la posición que se tenga respecto al resto de personas. Entre ellas las habrá en posiciones superiores o inferiores a nosotros mismos en función de la faceta de la vida que se hable. Si están por arriba, lo adecuado es aprender de ellos; si están por abajo, lo correcto es enseñarles y ayudarles.

Nunca debemos olvidarnos de nosotros mismos. Debemos cuidarnos. Y eso se refiere tanto al cuerpo como a la mente o al espíritu. Ha de hacerse ejercicio físico regularmente, meditar con hábito o hacer práctica de la religión propia si esa es nuestra creencia. La práctica de aficiones debe ser habitual. Hay que saber descansar y tomarse momentos de reflexión e incluso de inacción para recargar energías cuando sintamos que estamos sobrepasados.

La conciencia de realidad y no de fantasía lleva a ver las cosas contextualizadas y con perspectiva amplia. Nada de lo que pase o nos pase puede verse como definitivo o que nos haga entrar en la desesperanza. Tomar distancias para hacer un correcto juicio y a partir del mismo tomar decisiones correctas y útiles es la clave del desarrollo vital.

Dicen que agua pasada no mueve molino. Efectivamente. El pasado personal solo nos sirve para aprender de los errores  y modificar nuestras conductas actuales adecuándolas a nuestros objetivos y crecimiento personal.

En definitiva debemos ser tolerantes, flexibles y empáticos con los demás, con las circunstancias sobrevenidas y sobre todo con nosotros mismos. Esto noss llevará a ser optimistas realistas, exactos en la crítica y en la autocrítica y jamás destructivos ni autodestructivos.