Preguntas:
Sin que concurra ningún factor externo como la incapacidad física, el advenimiento de la enfermedad o la catástrofe natural ¿Qué diferencia a los que acaban sus proyectos y los que no lo consiguen? ¿Porqué unos acaban sus carreras, sacan las oposiciones, acometen con éxito sus emprendimientos y otros no? ¿Porqué unos se adaptan a las circunstancias adversas y buscan como superarlas y otros abandonan sus proyectos y no consigan sus objetivos?
Construyendo
Varios arquitectos comienzan a construir
varios edificios a la vez, pero cada uno es responsable del suyo, de aquel que han
planificado e iniciado su construcción. Todas las estructuras deben tener
alturas parecidas y la anchura similar.
Comienza las construcciones más o menos a
la vez. Pero pasa el tiempo y el ritmo de crecimiento de las edificaciones no
es el mismo en todos los casos. Unos inmuebles están más avanzados que otros.
Este hecho hasta ahora ha dependido de factores dependientes fundamentalmente
del tiempo dedicado cada día por la cuadrilla de albañiles. Pero también ha
influido la técnica de construcción aplicada, los materiales utilizados, el
ritmo de suministros de los mismos, la pericia de los operarios, etcétera. De
esta manera, hay construcciones que van ya por la mitad y otros por la tercera
parte del objetivo de altura.
Pero ¿influye la dirección del
arquitecto? Con este panorama unos arquitectos están más animados que otros.
Algunos de los que van en cabeza se
sienten orgullosos de sí mismos y de sus cuadrillas de trabajadores. Ven que
sus técnicas de construcción aplicadas van por buen camino. Se ilusionan y se
refuerzan a sí mismos para conseguir el objetivo. Y finalmente lo consiguen.
Pero algunos de estos arquitectos
líderes, los menos, se relajan y como llevan ventaja, dejan de estimular a los
albañiles para seguir con el mismo ritmo de construcción; les dan vacaciones no
pedidas, por ejemplo. Dejan de estar
pendientes de exigir a los proveedores de material el buen ritmo de los
suministros. De esta manera, ralentizan la velocidad de construcción y con el
tiempo empiezan a ver cómo son superados por otros edificios mas atrasados pero
que se elevan a su propio ritmo. Ante este hecho, se desaniman y abandonan el
edificio a medio construir. Dejan en paro a sus operarios. Nunca llegan al
objetivo final.
Entre los que van rezagados unos piensan
que simplemente tienen otro ritmo de construcción pero están seguros de que
conseguirán completar el edificio. Miran a los que van por delante e intentan
aprender de ellos qué mejoras pueden incorporar para acelerar su velocidad de
construcción. Y lo hacen. Poco a poco acortan distancias con los adelantados y
consiguen llegar a su objetivo de altura. No desfallecen ni se arredran ante
las dificultades.
Pero entre los retrasados hay algunos que
se desaniman y se apocan. Quedan paralizados por pensamientos negativos de
miedo a su propia incapacidad y valía. Se acomplejan ante los mejores y deciden
que nunca llegarán a su nivel. Para ellos las dificultades no son retos. Muy al
contrario los obstáculos o trabas son muros infranqueables que los hacen
abandonar la empresa acometida. La parálisis les lleva a la inacción y el
lamento. La consecuencia es que el objetivo de altura de sus edificios nunca la
consiguen. Se inventan mil escusas y solicitan la comprensión y ayuda a los de
arriba porque ellos solos son impotentes para dar fin a su misión.
Los que consiguen finalizar el edificio
serán contratados para acometer el diseño y construcción de otras
edificaciones. Los que abandonan sus edificios a medio construir serán
marginados para la dirección de nuevas construcciones… y su futuro estará a
expensas del trabajo que les den los que hayan conseguido llegar al final
entregando a la sociedad sus obras.
En la vida no importa de donde partamos, cual es nuestro origen ni cual es nuestra condición. Es nuestra actitud y capacidad de adaptación a las circunstancias propias y ajenas los que determinarán nuestro éxito vital. Ese éxito no será otro que construir nuestro propio destino, perseguir nuestras metas con el objetivo de terminar nuestro edificio.
Resiliencia:
La respuesta a las preguntas iniciales de este ensayo que explica el distinto éxito de nuestros "arquitectos" está en una palabra: la RESILIENCIA. Se entiende por tal al proceso de
adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión
significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas
serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Y la buena
noticia es que la investigación psicosocial ha demostrado que TODAS las personas pueden aprender y llegar
a ser resiliente, aún experimentando miedos, angustias y tristezas como ser
humano que se es.
¿Qué
factores influyen en ese aprendizaje? Hay uno y
fundamental: la autoestima, el amor
propio y la confianza en sí mismo que emanan del amor recibido y la
confianza que los demás, especialmente la familia, haya demostrado al
individuo. Así adquirirá la seguridad
necesaria en sí mismo para controlarse
emocionalmente en momentos de desánimos para acometer retos y encajar
errores y fracasos.
Para desarrollar la propia resiliencia se
ha de estabecer relaciones personales
con aquellos que nos pudiesen enseñar aceptando su ayuda, aprovechándonos de su
sabiduría y experiencia. También se ha de tener capacidad de adaptación a circunstancias adversas; en este sentido
cada obstáculo ha de verse como un reto estimulante a superar, aceptarlo como
lo normal en una vida que es azarosa. Los
cambios en la vida son la normalidad, el devenir es cambiante y fluye a
veces sin que podamos controlarlos. Se debe desarrollar la capacidad de
distinguir entre qué cambios no dependen de nosotros y no podemos influenciar de aquellas circunstancias sobre las que
nuestra actuación pueden hacerlas cambiar en nuestro beneficio. Así enfocaremos
nuestras tareas hacia las metas que nos propongamos y dejaremos de
enfocarnos en la queja o en acciones inútiles.
Es importante desarrollar la autoconfianza. Esta debe basarse de nuevo en la autoestima que nos aleje del complejo
de inferioridad con respecto a los demás. Esto no es egoísmo o pedantería
porque siempre ha de aceptarse a uno mismo en la posición que se tenga respecto
al resto de personas. Entre ellas las habrá en posiciones superiores o
inferiores a nosotros mismos en función de la faceta de la vida que se hable.
Si están por arriba, lo adecuado es aprender de ellos; si están por abajo, lo
correcto es enseñarles y ayudarles.
Nunca
debemos olvidarnos de nosotros mismos. Debemos
cuidarnos. Y eso se refiere tanto al cuerpo como a la mente o al espíritu. Ha
de hacerse ejercicio físico regularmente, meditar con hábito o hacer práctica
de la religión propia si esa es nuestra creencia. La práctica de aficiones debe
ser habitual. Hay que saber descansar y tomarse momentos de reflexión e incluso
de inacción para recargar energías cuando sintamos que estamos sobrepasados.
La conciencia de realidad y no de
fantasía lleva a ver las cosas
contextualizadas y con perspectiva amplia. Nada de lo que pase o nos pase
puede verse como definitivo o que nos haga entrar en la desesperanza. Tomar distancias para hacer un correcto juicio y a partir
del mismo tomar decisiones correctas y útiles es la clave del desarrollo vital.
Dicen que agua pasada no mueve molino.
Efectivamente. El pasado personal solo
nos sirve para aprender de los errores y modificar nuestras conductas actuales
adecuándolas a nuestros objetivos y crecimiento personal.
En definitiva debemos ser tolerantes, flexibles y empáticos con los demás, con las
circunstancias sobrevenidas y sobre todo con nosotros mismos. Esto noss llevará
a ser optimistas realistas, exactos en
la crítica y en la autocrítica y jamás destructivos ni autodestructivos.
Gracias por la reflexión, se puede adaptar para trabajar con los adolescentes. Considero que este estilo llega mejor a los jóvenes. Gracias
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