"...Entonces te juzgarás a ti mismo. Lo cual es más difícil que juzgar a los demás, y si logras juzgarte bien, serás un verdadero sabio."
(Frase sacada de El principito; Antoine de Saint-Exupéry)
Una vez escribí que habían dos tipos de buenas personas: las que en cualquier situación intentan ser justas aún perjudicándose a sí mismas y las que lo intentan en todas las situaciones excepto en aquellas circunstancias en las que son parte interesada y que entonces se priorizan sobre los demás, aún a costa de perjudicarlos.
En general, reflexionaba entonces, ninguno de los dos tipos de personas buenas hacen daño a nadie ni tienen malos deseos hacia nadie. Ambas se rigen por valores de solidaridad, tolerancia, respeto... Tiene una moral basada en el sentido común y en la justicia. No son envidiosos ni soberbios, ni codiciosos ni perezosos ni avariciosos...ni sobre todo vanidosos.
Pero... ¿Quién es bueno y quién es malo?
Erigirse en juez de si los que nos rodean son moralmente buenos o malos sin conocerlos a fondo es propio de soberbios y prejuiciosos. Y sobre todo los que así actúan, se olvidan de que es más fácil hacer juicios de los demás que de sí mismos... Y también se olvidan de que siempre se debe estar dispuesto a perdonar,...y, sobre todo, a AMAR. Porque el rencor mantenido es carcoma para el corazón.
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