Powered By Blogger

sábado, 5 de diciembre de 2015

El duelo, la duda, la búsqueda y la solución

"La perra gorda para ti, pero sobre mi hambre mando yo"

El duelo

Aún enfermo de ingenuidad...aún lamentando la confianza defraudada...aún sintiendo el engaño...aún llorando la parálisis de la vergüenza del que lo ha dado todo a quien nada ha querido ni merecido...derrotado y triste...viendo a la mediocridad premiada por mediocres poderosos...soportando a gente no hechas a sí mismo, nacidas con el problema resuelto...inconscientes, indolentes, sin empatía...o a gente serpiente, arribista, vividora, que sonríe solidaria y amable por fuera como hienas pero fría, calculadora, narcisista y oportunista por dentro...bíblicos sepulcros blanqueados...Trabajan la apariencia, cuidada y calculada; dosificando los tiempos manejados con inmoral paciencia...siempre al acecho y emboscados, camuflados entre los ramajes de la selva social, cuidándose de practicar y aplicarse la ley del embudo...


La duda

Cuando el objetivo es el dinero a costa de lo que sea, cuando el fin del lucro prevalece sobre cualquier medio...entonces todo es engaño, todo es mentira...¿o no? ¿Será esa mentira la verdad?  ¿Seré yo el equivocado?...en eso estará la duda...opiniones habrán muy variadas pero de lo que no descreo es en el hecho de que en mis pesares, en  mi pobreza y hasta en mi candor e inocencia...en todo eso mando yo. Es mi responsabilidad...es la alegría de ser libre...es simplemente LA DIGNIDAD. Dudar dignifica a la persona porque la hace humana. Desde esa duda parte el crecimiento de la sabiduría, la derrota de la soberbia, la victoria de la humildad, el renacer constante.



La búsqueda

El edificio de la personalidad se construye desde los cimientos, y en la base de los mismos están los valores asimilados, interiorizados y grabados tras reflexión y encaje con nuestras visiones y aspiraciones vitales. La esponja de la infancia y la juventud se impregna de mensajes que son los ladrillos de nuestras creencias, las que nos sostienen. Y todas se van soldando para modelar un edificio de anhelos, de deseos, de alegrías, de penas...Pero el medio está ahí, azotando tormentas, enviando calor tórrido, vientos, lluvias...nevadas. Y solo si eres roca o montaña soportas envites y provocaciones. Resistes la erosión implacable y lenta. Solo entonces permaneces más o menos íntegro...sin derrumbe y sin derrota interior, con presteza y avidez por vivir...soportando el deterioro y el desgaste natural...sin pensar en tu transitoriedad...asumiendo que la adaptación al medio es la piedra angular de tu éxito...

La solución:

¿y qué es él éxito? Nada material y tangible. Nada que tenga que ver con el concepto que de uno mismo tengan los demás...sin que la psicopatía del indiferente al mundo y al sentimiento ajeno se instale en el corazón. Hay que estar dispuesto a la corrección de errores, al reconocimiento del fallo propio asumiendo la imperfección del ser humano. Para mí el éxito es sentir la coherencia, estar alineado...casar pensamientos y sentimientos con acciones y omisiones...buscar la tranquilidad de conciencia del bienintencionado, de la buena voluntad...huir de incendiar combustibles de angustias que oprimen y desgastan al corazón que siente y piensa...sentir la satisfacción y la paz del que jamás hace daño consciente...dar de sí lo que no se necesita...evitar atender a chismes de malas lenguas, filtrar, como Sócrates, todo aquello que falte a la verdad, que no sea bueno o que no sea útil. Y evitar el enfado fácil e infantil de la frustración porque las cosas no sean o ocurran como uno quiere, porque las personas digan o actúen según lo que esperamos de ellas, asumiendo que tu libertad termina donde empieza la de los demás. No anteponiendo ninguna colectividad que no cuide ni respete al individuo. Porque si es así nadie se sentirá digno, nadie sentirá la satisfacción de vivir bien... Porque el sentido de la vida es ella misma..vivir permanentemente sin pensar en la única y aparente verdad que es la muerte, que solo se soporta con la esperanza de que no exista o con la resignación de la derrota de asumir la fatalidad de su evidencia.



Francisco Márquez Maraver

No hay comentarios:

Publicar un comentario