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sábado, 21 de julio de 2018

Tablero espaciotemporal sanitario español

Con distancia y mirando al “tablero” temporal y espacial reflexiono sobre el ejercicio profesional del médico y el sistema sanitario español en general.

Allá por el final de los 70 y principios de los 80 estudié la carrera de medicina. Se me creó el gusanillo de un médico vocacional. Interioricé teoría y práctica científica y humana por culpa de  maestros antiguos, con gran formación humanista y, sobre todo, buenos médicos. Algunos eran auténticos señores feudales en sus cátedras ganadas por oposición, oposiciones de las de antes...duras y nacionales, sin endogamias ni enchufismos, ganadas con esfuerzo aunque desde un cierto clasismo. La jerarquía técnica en los hospitales universitarios en general coincidía con la oficial. Cierto hermetismo en el acceso al saber había en el ambiente. No existía internet ni la medicina basada en pruebas. Pero a pesar de esos catedráticos inaccesibles y tiranos en la universidad ya  había aires de renovación. La apertura social tras el franquismo se imponía también en los servicios de Salud. Se habían construido multitud de “ciudades sanitarias” por todo el territorio nacional español para dar respuesta asistencial al SEGURO OBLIGATORIO DE ENFERMEDAD de los trabajadores y sus familias instaurado por el régimen franquista. Se llenaban de buenos médicos muy “asistenciales” como contrapunto a los más “científicos” de los hospitales universitarios dominados por los “càtedros” soberbios y prepotentes. Vinieron luego las ideas nacidas en Alma Ata (ciudad de Kirguistán, entonces República de la antigua URSS) dándole valor fundamental a la asistencia primaria (https://www.semfyc.es/la-medicina-de-familia/alma-ata/) y los conceptos de equidad y accesibilidad universal a los servicios de Salud como derecho fundamental de todo ser humano. Estos conceptos fueron interiorizados por la sociedad en general y en especial por gran parte de mi generación de universitarios aspirantes a médicos. Así fue forjándose vocaciones de servicio a los demás, un servicio que había que dar siempre sin interrupciones e incluso gratis si se daba el caso (El derecho a huelga del médico se pone siempre en entredicho en nuestra sociedad). La universalidad del servicio público de salud extendida a toda la población requería de gestión adecuada y dentro de ella de mano de obra amplia. Como aún hoy en día, ya entonces hacían falta médicos y enfermeros. Por eso devino el sistema de especialización vía “MÉDICO INTERNO RESIDENTE O MIR”. 

 

El sistema MIR rompía por aquellos años el antiguo e injusto sistema de escuelas profesionales como vía de acceso a las especialidades  médicas. El “MIR” nos dio la posibilidad de acceso a infinidad de médicos no “enchufados” a la especialidad. No hacía falta ser “hijo de” ni ser “pudiente” para conseguir ser especialista médico. Solo el esfuerzo personal te garantizaba la plaza en unas oposiciones nacionales transparentes y justas. La aspiración de casi todo médico que acababa su carrera era (¿es aún?) acceder a la especialidad y luego ocupar plaza en el Sistema Nacional de Salud PÚBLICO que era y es universal y “gratuito” y que se regulaba en la recién promulgada por aquellos años ley general de Sanidad (Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad). Así conseguiríamos la estabilidad laboral y tendríamos la posibilidad de desarrollo profesional. Personalmente ni se me pasaba por la cabeza la opción del incierto y competitivo ejercicio privado y liberal de la profesión. Consideraba -y CONSIDERO- que la misión del médico como proveedor de servicio es tan sagrada y fundamental que no se le podía negar a nadie por razón económica o de cualquier otra índole. La juventud no me dejaba ver en esos días que el médico era un trabajador más y que es una persona más en el mundo real que para desarrollar su vida individual y familiar tendría unas necesidades humanas y legítimas que subvertir. Y que la responsabilidad de cubrir esas justas necesidades era de la sociedad que recibía y reconocía sus servicios. Además no veía en ese momento la existencia del derecho de cada individuo de una sociedad libre a elegir cómo cuidarse su Salud y a ejercer ese derecho bien en el sistema público o bien en el privado.

 

Poco a poco fui viendo además en la evolución de la sociedad española una deriva para mi perversa. El servicio nacional de salud se fue dividiendo en taifas,  preludio o consecuencia de lo que es ahora la organización territorial del estado. Se vendía y se vende aún que así se acercaba la administración al ciudadano. Tengo mis dudas, más bien se tiene más controlado manipulado a ese  ciudadano que se quiere y dice servir. Se fueron así creando 17 sistemas de salud deficientemente coordinados, burocratizados y dirigidos o usados por políticos cortoplacistas como ámbitos de actuación para perpetuarse en el poder. Se atomizaron los centros de decisión sobre políticas de salud pública usándose el sistema para crear administraciones múltiples muy burocratizadas y devoradoras de presupuestos incontrolados y dispersos. Aunque en otras regiones también, en Andalucía específicamente la ideología y la política descendió hasta los niveles profesionales más bajos condicionando el desarrollo de muchísimos profesionales sanitarios que no comulgaban con las ideas impuestas por los detentadores de poder. A largos periodos sin convocatoria de plazas por oposición se unió la ocupación de dichas plazas por un precariado  profesional médico y enfermero explotado y sin reconocimiento completo de sus derechos laborales. Además, los cargos intermedios que otrora eran ocupados en general según méritos profesionales demostrados se fueron cubriendo por profesionaoles afines a la ideología imperante, fieles ejecutores de políticas impuestas desde arriba. Si libremente se discutían las consignas políticas poco desarrollo le quedaría al discrepante. Este se arriesgaba a caer en el ostracismo. Incluso señalado por administración y “compañeros”. En general los jefes de servicio y de sección eran, y aún lo son actualmente, nombrados a dedo en procesos de selección condicionados y amañados por el poder de los directivos de los centros sanitarios previamente a su convocatoria casi siempre. Consiguientemente se ha visto crecer un monstruo burocrático con infinidad de enchufados del “régimen” que se creen el centro del sistema. Incluso tienen una oscura jerga común cuando hablan de gestión sanitaria, ininteligible para la mayoría. Esto produce un manifiesto alejamiento de lo que de verdad debiera ser el foco de un sistema de salud: el paciente o usuario en general del mismo.  Además, el sistema en sí desprestigia al que ocupa el cargo intermedio, que es visto como puesto ahí por ideología mas que como consecuencia del meritaje. Es una lástima que una parte de esos profesionales que realmente podrían haber sido merecedores de los cargos que ocupan en justa competencia de méritos se les pongan en duda por haber accedido al puesto solo por el dedazo del político de turno. Y más lastimosa aún es la pérdida de profesionales brillantes por esa causa cercenados en su desarrollo por la perversidad de un sistema de nombramientos que prioriza afinidades políticas antes que méritos académicos o científico-técnicos.

 

Pero a la vez que el desarrollo social y económico crece, también crece la población que quiere ejercer sus derechos exigiendo asistencia personalizada con libre elección de sistema sanitario público o privado y dentro de ellos de profesional o de centro sanitario en el que ha de ser atendido. Hoy por hoy, ese derecho solo se tiene de manera real en el ámbito de la asistencia sanitaria privada. Pero eso es así solo si se tiene suficiente poder económico. Si no se dispone de suficiente dinero, se ha de conformar con el sistema público de Salud, con sus pros y sus contras. Algunas Comunidades Autónomas, entre ellas Andalucia, dicen tener reconocido el derecho a la libre elección de médico, profesional enfermero o centro sanitario en sus sistemas de salud solo porque existe un reglamento o decreto ley que reconoce ese derecho. En la práctica el mismo está cercenado por infinidad de circunstancias, muy bien explicadas por cierto por Juan Antonio Palacios Castaño y otros en dos artículos magníficamente elaborados y publicados en Público en abril de 2017 (http://blogs.publico.es/salud-y-pensamiento/2017/04/11/la-libre-eleccion-en-sanidad-parte-1-de-fraudes-paradojas-enganos-y-estafas/ y http://blogs.publico.es/salud-y-pensamiento/2017/04/18/la-libre-eleccion-en-sanidad-parte-2-de-mentirosos-trileros-fulleros-y-tramposos/ ). Además, la decisión final de asignación del médico solicitado está en manos de la administración como se dice en el siguiente extracto de las condiciones publicadas por el propio S.A.S. (https://ws003.juntadeandalucia.es/pls/intersas/servicios.informacion_cambio_medico):

 

“La solicitud de asignación de médico puede denegarse cuando en aras de una mayor calidad asistencial no sea conveniente la asignación de más usuarios a un determinado médico (cupo máximo, tiempo medio de consulta, frecuentación, porcentaje de menores y de mayores de 65 años, etc.) o bien existan otras dificultades que lo justifiquen (dispersión geográfica, problemas especiales que eleven la demanda asistencial, etc.).” 

 

Con  este panorama, cada vez más profesionales huyen del sistema público o bien emigrando a otros países o se decantan por el ejercicio privado de forma mixta o en exclusiva. Y en estos últimos casos es así desde mi opinión, entre otros, por dos motivos principales. Uno es que la disponibilidad de medios humanos y técnicos en la sanidad privada cada vez se asimilan más a los que hay en el sistema público. Ello les da opción a un desarrollo profesional cada vez más completo. Y dos, en general la remuneración conseguida en el ámbito privado en algunas especialidades, fundamentales,  es muy superior a los sueldos públicos pues se incentiva mejor la dedicación y la responsabilidad profesional, aunque sea un ejercicio sujeto a más competitividad y dureza. 

 

 

Urge poner orden regulando y facilitando de manera efectiva por un lado la libertad de ejercicio profesional exigido de las reglas de la lex artis y de las normas de deontología y por otro, la libertad del individuo de elección de sistema sanitario y dentro de cada uno de los mismos, sea este público o privado, de profesional  y centro sanitario. Pero antes se ha de fomentar los medios garantes de equidad y accesibilidad, evaluando si se dispone de recursos reales y efectivos, informando con veracidad al ciudadano, estudiando y evaluando sus necesidades reales de Salud y fomentando la participación de la sociedad civil en los órganos de decisión en política sanitaria.