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domingo, 7 de febrero de 2016

Contra los extremismos

Todo extremismo destruye lo que afirma” (María Zambrano)

 

Que digo yo...¿no os parece que la cosa se está calentando quizá más de la cuenta?...Expreso mi miedo, que el miedo es libre. Es mi espanto ante tanta adhesión a actitudes revolucionarias para conseguir las metas sociales y políticas; hay en ellas extremismo, frentismo, ultraísmo y exageración radical. Se está polarizando la sociedad española entre una derecha y una izquierda igualmente intolerantes e intransigentes. Y entre nacionalismos excluyentes e insolidarios (incluido el españolismo, que no solo hay veneno nacionalista en Cataluña o País Vasco). Poco a poco se va enconando las posturas, poco a poco se van crispando los nervios y se fomentan odios nacidos de las vísceras apartándose de la razón y del sentido común. Poco a poco los manipuladores extremistas se apoderan de medios de comunicación de masas para difundir soflamas y consignas. Las posturas tozudas y avorazadas son peligrosas. Embrutecen a una sociedad que hasta ahora se estaba rigiendo por reglas de convivencia y tolerancia suficientes para que el respeto al que piensa distinto impida el deseo de aniquilarlo. Se instala un diálogo de sordos improductivo y amenazante. Los salvapatrias ideológicos proliferan que podrían virar no pocas  veces a violencias no sólo verbales  ¡Cuidado con determinados "youtubers" de éxito que solo gritan y maldicen! ¡Cuidado con tertulianos manipuladores que difunden sesgos interesados y con "mala leche"! ¡Cuidado con los que usan mentiras históricas aprovechándose de la ignorancia rampante de las mayorías! ¡Cuidado con los defensores de determinados tradicionalismos dándoles aura de verdades inmutables! ¡Y cuidado con los que defienden que la falta de respeto a protocolos formales siempre es sinónimo de progresismo y modernidad!; no reparan en que el respeto institucional se basa, entre otras cosas, en el cumplimiento de dichos protocolos transgredidos con indumentarias inadecuadas o símbolos legales no respetados. 

La memoria de gran parte de los españoles se va difuminando por motivos simplemente de edad. Todos los que ahora tienen menos de 40-45 años no vivieron en sus carnes "conscientes" la transición (1975-1985 aproximaximadamente) y mucho menos el franquismo (1936-1975) y ni siquiera el llamado tardofranquismo (1965-1975 aproximadamente). Han vivido en lo que se ha venido a llamar el "periodo democrático" inaugurado con la constitución de 1978. Por tanto, lo que saben de esas épocas anteriores a los últimos 30 años es lo que han leído o estudiado (una minoría, creo) o lo que les han contado (una mayoría). 

Los otros (los mayores de 40-45 años) tuvieron -tuvimos- una estrecha relación vivencial con la transición y con el franquismo y sus postrimerías. Incluso muchos convivieron -convivimos ("hijo, no te metas en política que te juegas la vida")- con los que vivenciaron los convulsos periodos de la Segunda República, la triste guerra civil española, la terrible postguerra y el resto del régimen franquista.  Muchos usan de esa memoria la parte que les interesa a sus fines y acorde con su ideología. La conciencia de transmitir la verdad histórica para mejorar y no repetir los mismos errores del pasado no se tiene en general. Recordemos cuando no se podía decir que se era comunista porque te metían en la cárcel como mínimo. O cuando se pasó hambre física y carencias materiales hoy ¿impensables? -en realidad, ya está aquí para muchos-. O cuando la educación era confesional porque el régimen lo era. O cuando era obligatorio cantar el "Cara al Sol" a la entrada o salida del colegio. O cuando los ruidos de sables permanecían en los cuarteles dispuestos a cargarse toda libertad política. O cuando la maldita ETA mataba sin discriminación. O cuando ser policía o guardia civil destinado en el Pais Vasco suponía marginación y peligro vital real...y más aún cuando solo con no ser aberzale suponía jugarse la vida en dicha región...o cuando...etcétera. Hay muchos botones más de ejemplo.

Lo conseguido no se debe perder. Ha sido gracias a la superación de aversiones viscerales e irreflexivas. Esos odios son los que nacen de ver al que no piensa igual a nosotros como alimaña o fiera que hay que aniquilar, como delincuente peligroso del que protegerse y al que hacerle frente. El aborrecimiento  incontrolado rebaja al contrario de su condición humana. No se repara en que somos seres humanos iguales que, en general, buscamos una vida mejor y que defendemos nuestras posturas con la mejor de las intenciones, aún a riesgo de estar equivocados. Las imposiciones vienen de un poder legal y legítimo que se elige democráticamente, que está sujeto a la alternancia y al control, más o menos imperfecto pero control al fin y al cabo de los tres poderes: legislativo, judicial y ejecutivo. Y el imperio de la ley nos protege sin discriminación aunque imperfecta. 

Aunque la corrupción sea generalizada, también lo es la implacabilidad de la justicia que, aunque lenta, poco a poco va sacando los colores cada vez a más corruptos e impresentables sociales. Siempre existe la negociación, la parcialidad, la gradualidad y el consenso. Y para nada se deben de dejar de respetar los procedimientos legales y democráticos. Todo lo demás son extremismos que consideran que el fin justifica los medios, incluidos los medios violentos e ilegales. ¡Cuidado!

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